Howswho
29 de Septiembre de 2020 | 10:03
Mobiliario

Armarios pantografiados para adolescentes con personalidad

Cuando nuestros hijos dejan de ser niños para convertirse en adolescentes, debemos aceptar una serie de circunstancias nuevas. Para empezar, que ya empiezan a ser personas autónomas e independientes, con sus propias ideas y gustos personales, con sus decisiones personales y su círculo social individual. Llega entonces la época de negociar con ellos para que la convivencia sea satisfactoria por ambas partes. Ellos siguen siendo menores y dependen económicamente de los padres, con lo cual es lógico que tengan limitaciones de horarios o de decisiones; pero, mientras vivan en casa, tienen que poder sentir que tienen un espacio privado que pueden gestionar.

Ese espacio privado naturalmente es la habitación, más importante incluso en la era de internet, cuando es muy fácil hablar con amigos a través de videollamadas, por whatsApp o en redes sociales. Nosotros, como madres y padres, no podemos pretender tener un poder de decisión absoluto sobre la manera en la que nuestros hijos adolescentes decoran y adecentan sus espacios privados. En todo caso, es responsabilidad de los adolescentes comunicar, por ejemplo, que quieren armarios pantografiados porque quieren que su habitación tenga un toque urbano. Al fin y al cabo, el dinero, salvo excepciones, sale de la misma fuente.

Negociar es esto: aceptar que nuestros hijos adolescentes quieren comprarse un armario con una decoración concreta que les permita dar un toque especial a su habitación, a lo mejor urbano o tal vez un homenaje a una película de terror concreta; y que ellos, a su vez, acepten que hay un límite de dinero, que no pueden gastarse todo lo que desean en lo que quieren tener. Son adolescentes pero siguen en vía de crecimiento y sigue siendo responsabilidad parental educarlos para que se conviertan en adultos responsables, y algo tan simple como gestionar los precios de armarios para conseguir el ideal desde la coherencia económica puede servir.

Pero hay que dialogar y comunicarse. Ni los adolescentes pueden exigir y manipular para obtener lo que quieren, ni los padres pueden obligarlos a decorar sus habitaciones como ellos quieren porque sienten que, como adultos, mandan más que ellos. El bienestar familiar es importante.