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25 de Abril de 2019 | 14:01
ECONOMÍA

Cómo asegurar nuestro plan de jubilación

El futuro nos preocupa a todos y además es un concepto estrechamente ligado a la economía. Es decir, sin un fondo de ahorros, sin dinero para la subsistencia cómoda y sin dificultades, difícilmente podemos imaginar una jubilación, anticipada o no, que nos permita descansar tras toda un vida de trabajo.

Pero es un derecho humano inalienable poder hacerlo y por eso existen los planes de pensiones. Ahora bien, no existe un único modelo de plan de pensión ni todos exigen los mismos requisitos previos para poder solicitarlo, con lo cual, a nivel monetario, puede ser tan difícil escoger una pensión que solicitar créditos rápidos con ASNEF.

¿Qué deberíamos hacer entonces? El primer paso es evidente e imposible de eludir: investigar a fondo los planes de pensiones existentes en nuestro país en la actualidad.

Pero no solo eso, pues parte del esfuerzo que conlleva disponer de una estrategia de pensiones que nos satisfaga a corto, medio y largo plazo es saber establecer un plan de ahorro efectivo y eficaz.

No todos los ciudadanos y ciudadanas pueden establecer la misma estrategia, pues el plan de pensiones definitivo que elijan tiene que ir siempre en consonancia con la pensión pública que corresponda a cada persona física.

Además, es imprescindible que todos los individuos reflexionen sobre la renta periódica que desean o necesitan percibir, por supuesto siempre teniendo en consideración los gastos y el consumo mínimo esencial.

Se dice que, mientras antes se empiece a ahorrar para la jubilación, mejor. No es por aventurar una catástrofe o por pecar de exceso de prudencia, sino porque mientras más años o décadas se disponga para inyectar fondos al plan de ahorros en cuestión y consolidarlo, mejor. El consejo más sabio con respecto a la pensión de jubilación es el siguiente: es preferible ir sobre seguro y no correr riesgos innecesarios.

Por supuesto, esto es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Las cosas han cambiado. En la actualidad, los jóvenes de hasta treinta años o más difícilmente pueden encontrar un empleo estable y bien remunerado, y por extensión es alto el porcentaje de personas de esa franja de edad que son incapaces todavía de abandonar la casa de sus padres.

Las hipotecas son un lujo difícil de alcanzar y los alquileres obligan en muchos casos a claudicar a la hora de compartir piso, sobre todo en aquellas zonas geográficas cuyo suelo urbano es excepcionalmente caro en relación con el nivel de vida actual. Los recursos económicos online, como los préstamos online con ASNEF, son una alternativa razonable para las personas en situaciones precarias, pero en estas circunstancias ahorrar para una pensión se antoja una misión casi imposible.

No es imposible, solo es más complicada, y requiere a todas luces un mayor esfuerzo planificador a la hora de seleccionar el plan y, por supuesto, crear el fondo de ahorros. El aspecto positivo del momento presente es la influencia de la tecnología y las telecomunicaciones en los procesos burocráticos y financieros.

En otras palabras, la Seguridad Social dispone de herramientas informáticas y virtuales útiles y destinadas a realizar un cálculo exacto del importe de pensión pública que corresponde a cada ciudadano. Esta es una ventaja con la que no contaban las generaciones anteriores, que no tenían integrados en sus vidas cotidianas ni la informática ni internet en general.

Sin embargo, sigue existiendo la misma desventaja, que es por desgracia imposible de evitar: es muy importante, como hemos aventurado antes, calcular el importe aproximado que necesitaremos para vivir, algo que nunca puede ser exacto porque en el fondo desconocemos qué clase de contingencias o problemas inesperados en materia financiera nos veremos obligados a abordar dentro de unos años.

Aun así, y en función del estilo de vida que prevemos llevar, es posible acertar bastante. En realidad, el paso más sencillo es escoger a continuación el tipo de plan de pensión, siempre teniendo en cuenta que los hay de varios tipos: de renta fija a largo o corto plazo, de renta variable y mixtos.

Lo positivo es que escoger un plan de pensiones y un plan de ahorros no supone un contrato escrito con tinta imborrable. En otras palabras, podemos ir modificando la estrategia elegida en función de nuestras circunstancias personales o de cambios trascendentales en nuestro rumbo vital, lo que puede relacionarse con la obtención de otro empleo, la formación de una familia, la compra de una vivienda, etc.

Evidentemente, las circunstancias socioeconómicas deben cambiar y el estado ha de procurar asegurar una calidad de vida mínima y digna para todas las personas a la hora de escoger su jubilación.

Sin embargo, es a todas luces tranquilizador que sepamos que tenemos posibilidades y caminos que podemos seguir incluso si nuestro contexto es complicado. En cualquier caso, siempre podemos solicitar asesoramiento profesional para resolver todas estas cuestiones de importancia sin excesivas angustias.