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6 de Abril de 2020 | 14:13
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Equilibrar gastos de ocio y consumo

Cómo equilibrar consumo por ocio y gastos básicos

La sociedad capitalista nos inyecta en vena desde que somos muy jóvenes la idea de que debemos, ante todo, consumir. El marketing y la publicidad es la herramienta que se pone al servicio de ese consumo, ya que su objetivo fundamental es crearnos una necesidad que a lo mejor antes no teníamos.

En sí, consumir no es malo, y para muchos negocios y numerosas empresas pequeñas o familiares este proceso genera riqueza y empleo. El problema fundamental reside en el consumo exacerbado y sin límites, que puede conducir a muchas personas a desarrollar una auténtica adicción a las compras. Y los grandes monopolios comerciales se aprovechan de ello.

Ante todo, las personas con ingresos modestos, con personas a su cargo o en situaciones constantes de desempleo deben aprender a controlar el consumo. Evidentemente muchas cosas deberían cambiar en esta sociedad, empezando por la necesaria reducción de la brecha entre ricos y pobres, una de las más altas de Europa. Pero, mientras tanto, el ahorro se presenta como un proceso fundamental.

Debemos consumir ocio, es cierto, y tenemos derecho a cenar en un restaurante con la pareja, acudir a un concierto con los amigos o ahorrar para un viaje. Pero debemos ser conscientes de que la cesta de la compra, las facturas o el alquiler son fundamentales.

Muchas familias recurren periódicamente al empleo de préstamos rápidos online para paliar una difícil situación económica y tener la posibilidad real de hallar un equilibrio entre consumo y gastos de primera necesidad. Es una buena opción, sobre todo si hay hijos e hijas a cargo de una persona, o situaciones de familia numerosas.

No obstante, la combinación de las ayudas de los prestamistas con una buena planificación en cuanto ahorro es sin lugar a dudas la posibilidad que mejores resultados ofrece.

El porcentaje de ahorro, por otro lado, no debe ser arbitrario, y tiene que adaptarse siempre a nuestra situación real, empezando por la cantidad real de dinero que recibimos por nuestro trabajo, o por la prestación de desempleo a la que tengamos acceso. Si tenemos cuidado, podemos consumir sin lamentar las consecuencias.