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22 de Abril de 2022 | 12:53
Accesibilidad

¿Por qué son esenciales las salvaescaleras en Madrid?

¿Son las sillas salvaescaleras imprescindibles? Lo cierto es que el mero hecho de poder hacernos esta pregunta, como si hubiera numerosas alternativas en cuanto a la respuesta, ya supone un privilegio: el de no pertenecer al colectivo de personas con movilidad reducida y, por lo tanto, no comprender lo que puede suponer para una persona en silla de ruedas desplazarse a diario en un entorno poco accesible y, por definición, hostil. Sí, las mencionadas sillas son imprescindibles, tanto como lo son las rampas de acceso vertical a edificios públicos y viviendas, los ascensores con medidas específicas para albergar de manera cómoda una silla de ruedas, las barras de apoyo en los baños, etc. Ahora bien, si ya hemos pensado antes en esto, puede que nos hayamos dado cuenta de que, en realidad, no se ven muchas de estas sillas.

¿Por qué ocurre esto? Ciertamente, las salvaescaleras no pueden ser sustituidas por los otros recursos antes mencionados, que solo son complementarios. Por mucho que las rampas y los ascensores también sirvan para la movilidad vertical fácil entre pisos, muchas veces hay edificios que no conectan el bajo del edificio con el primer piso salvo con escaleras, y las rampas no son fáciles de colocar en interiores. Además, aun disponiendo permanentemente de ascensor, siempre se puede averiar. Las sillas, por tanto, son necesarias, como mínimo, en todos los edificios de viviendas personales, pues es el hogar el espacio en el que cualquier persona pasa la mayor parte del tiempo con la posible excepción del trabajo.

La necesidad, o más bien obligación moral, de instalar estas sillas es incluso mayor en las ciudades densamente pobladas. Las salvaescaleras en Madrid deberían ser obligatorias siempre. Por suerte, mientras la población general se conciencia respecto a ello, nos encontramos con el hecho innegable de que existen, por suerte, tiendas especializadas en las que podemos adquirir estas sillas en la capital. A fin de cuentas, en una urbe masificada, miedo a la pandemia mediante, los recursos de accesibilidad son probablemente lo único que permite a mucha gente respirar y vivir una vida cómoda y sin demasiadas dificultades, y algo así no tiene precio.